Las participaciones preferentes son productos financieros complejos que no hay que
confundir con los depósitos. Se trata de inversiones de tipo perpetuo,
es decir, sin una fecha de vencimiento determinada, y que cuentan con una liquidez
muy reducida. Podríamos decir que son el eslabón perdido entre el depósito
y las acciones.
Riesgo de las participaciones preferentes
Consideramos
que las participaciones preferentes tienen riesgo por los siguientes
motivos:
1.
El capital no está garantizado. Una vez
se quiere recuperar la inversión hay que ponerlas en venta en un mercado
secundario. Esto significa que su valor está sometido a cotización, por lo
que cuando quieras tu dinero de vuelta puedes haber perdido una parte
considerable
2.
El Fondo de Garantía de Depósitos
(FGD) no cubre las participaciones preferentes. Por tanto, si quiebra el banco,
pierdes tu inversión (a no ser que haya rescate del FROB, como sucedió con la
CAM)
3.
Tienen muy baja liquidez. Como son a
perpetuidad, el proceso para recuperar la inversión depende de una
compra-venta, así que es engorroso y puede demorarse incluso meses. Si tienes
una urgencia, puede significar un problema
Rentabilidad de las participaciones preferentes
Dicho esto
podemos preguntarnos, ¿por qué la gente contrata participaciones preferentes?
La respuesta es sencilla: alta rentabilidad.
Este tipo
de productos remuneran muy por encima de los depósitos, con cifras que superan
el 7% anual (incluso en tiempos pasados llegaban a astronómicas cifras
superiores al 15%).
Eso sí,
hay que tener en cuenta dos “peros” importantes:
1.
La entidad se reserva el derecho de
suspender estas participaciones preferentes al cabo de un plazo determinado
si así le conviene (algo que puede hacer el banco, pero no tú)
2.
Si la entidad no ha tenido beneficios ni ha
pagado dividendos ese año, puedes no cobrar tu cupón anual
En
definitiva, las PARTICIPACIONES PREFERENTES son un producto financiero de
RIESGO y muy ILÍQUIDAS.
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