Ackerman
El otro lado de la Economía
jueves, 12 de julio de 2012
Retornamos! Pero en un nuevo domicilio :)
Buenas tardes! Después de negociar una nueva ubicación y condiciones del blog, vuelvo a ponerlo en marcha, pero esta vez con dos noticias nuevas. Por un lado la incorporación de Albert Brown, para aportar sus grandes conocimientos de diseño, publicidad e informática, y trabajar juntos en este nuevo proyecto. Y como no, la nueva ubicación del mismo. Por tanto os invitamos a que lo agreguéis a "favoritos" y nos visitéis a menudo. Un saludo!
miércoles, 4 de julio de 2012
Hasta pronto!
Buenas tardes. Por discrepancias con la política de Google a la hora de mantener el blog, me veo obligado a deshabilitar el mismo, por lo que les pido mis mas sinceras disculpas. Les agradezco todo el apoyo y seguimiento aportado. Y les mantendré informados de una posible reapertura del mismo.
Un Saludo, Ackerman.
martes, 3 de julio de 2012
En España seguimos sin tener ricos. (Ironic Mode: On)
La estadísticas del IRPF del ejercicio 2010 que ha publicado el impuesto sobre la renta siguen demostrando cómo en España no hay ricos. Sólo 5.186 personas tienen una base imponible superior a los 600.000 euros, si ciframos esta barrera como los ingresos equivalentes al año a una persona rica. Tal y como ya dije en estas páginas, el IRPF sólo lo pagamos los tontos y se demuestra cada año que pasa.
Es más, se da la casualidad, que el número de ricos en España, ha disminuido en un 24%, 1.640 personas menos desde el 2009 que ya no ganan más de 600.000 euros en el IRPF y que han pasado a una vida “más austera”. Lógicamente, cuando el resto de los mortales vemos estas estadísticas, nos dan ganas de llorar, dado que aquí nos toman el pelo por todos los lados.
Respecto a las contraídas SICAVs, es imprescindible que se ajusten los criterios de inversión, que las funciones de inspección y control sean compartidas entre la Agencia Tributaria y la CNMV y que bajo ningún concepto, sus gestores y partícipes puedan tomar decisiones de control operativo y cobrar por los rendimientos del capital en lugar de tributar en esos ingresos por los rendimientos del trabajo. Mientras tanto, el resto de ciudadanos, seguimos sufriendo planes de recorte y subidas de impuestos indiscriminadas sin salida alguna. Algún día, nos vamos a cansar y los efectos pueden ser peores.
Bonus track: En Alemania, Francia o Italia, el número de contribuyentes en los equivalentes al IRPFespañol con bases imponibles superiores a 500.000/600.000 euros supera el medio millón en el peor de los casos y alcanza los 2,5 millones de personas en el caso alemán.
Por Remo (Blog Salmón)
Tipos de tarjetas de crédito
Comenzaremos analizando todos
los tipos de tarjetas de crédito y las ordenaremos de menos
peligrosas a más.
Comenzamos:
0. Tarjetas bancarias
pre-pago: Al igual que en la telefonía,
gran parte de los bancos ya tienen disponible este tipo de tarjeta, la cual
puedes recargar desde cualquier cajero con el importe que tú desees, el cual
será descontado de la cuenta asociada a la tarjeta. Una excelente forma de
controlar lo que gastas y en caso de robo, únicamente podrían utilizar el saldo
disponible.
1. Tarjeta de débito: Este tipo de tarjeta es sana, teniendo en cuenta que se
trata de una forma de "pago en efectivo" sin tener que llevar dinero encima.
En cuanto pagas en un establecimiento se carga a la cuenta asociada, por lo que
no se mantiene ningún tipo de deuda. no es una tarjeta de crédito y los gastos
de mantenimiento son mínimos incluso siendo negociables con el banco para
carecer de ellos, según banco y según cliente que seas.
2.Tarjeta de débito con pago
aplazado: Son igual que las tarjetas
corrientes de débito, salvo que el importe no se hace efectivo en tu cuenta
hasta un día elegido. De este tipo las hay semanales, quincenales y mensuales.
Digamos que todo lo que pagues con tu tarjeta durante todo un mes, te lo cargan
el día uno del mes siguiente y sin intereses. Este tipo de tarjeta es muy
recomendable para sacarte de un apuro en un momento dado sin añadirte más deuda
a tus finanzas personales.
3. Tarjetas de débito con
cargo a crédito: Son iguales que las de
cargo con pago aplazado, salvo que la cantidad que pagas, tienes la opción de
dividirla hasta en 3 meses. Si pagas 150€ en un establecimiento,
automáticamente la cuota se divide en 50€ x 3 meses. El coste de esa operación
suele ser mínimo, ya que entre otras cosas, este tipo de tarjeta permite
únicamente un aplazamiento de cantidades pequeñas. El crédito máximo suele ser
de unos 300€.
4. Tarjetas de crédito: Como hablamos en nuestro anterior artículo, esta
tarjeta de crédito literalmente un préstamo personal, con la cual dispones de
un crédito que vas utilizando o bien de golpe o bien poco a poco. A medida que
aumentas el crédito, el interés se calcula sobre el total de la deuda. Es
la tarjeta de "pago interminable". En el momento que comiences a
utilizarla, probablemente observes que tu economía estará más afectada mes tras
mes, a no ser que elijas la opción de pago único al mes siguiente.
5. Tarjetas
"Revolving": La más
peligrosa con total y absoluta diferencia. Tiene todos los ingredientes para
que caigas en la deuda infinita. Esta tarjeta te permite disponer de tu dinero
total o parcial, pagar y aplazar la deuda en meses o años pagando una mínima
cuota cada mes y al igual que la anterior, los intereses se calculan sobre el
total de la deuda. A medida que vayas pagando la cuota, tu crédito se va
regenerando, por lo que se tiende a pagar la cuota con el mismo pago de la
cuota anterior. No sólo es de pago interminable sino que puedes elevar tu deuda
perfectamente en caso de un simple impago.
Fuera de este ranking de
tarjetas, existen otras que han nacido para hacer compras por internet de
una forma segura, las cuales funcionan como una tarjeta de pre-pago o tarjetas
desechables. Esas tarjetas, llamémoslas "Pay pal" aunque existen
otros nombres, son ideales cuando decides hacer una compra en alguna página web
pero no quieres dar tu número de cuenta ni número de tarjeta. Digamos que
efectúas una compra prácticamente anónima, teniendo tus datos bancarios seguros
al igual que cuando emites o recibes un pago vía Pay pal.
lunes, 2 de julio de 2012
¿Cómo lleváis el ahorro del mes a mes?
Parece evidente que el porcentaje ideal de dinero que
deberíamos ahorrar de nuestros ingresos sería "cuanto más mejor".
Aún así, es bueno definir un porcentaje exacto mínimo para no caer en eso de
"este mes no puedo. El mes que viene guardaré el doble". Cualquier
asesor financiero nos diría que el porcentaje ideal de ahorro sería de un 10 ó
20% de nuestros ingresos.
Estableciendo ese porcentaje mínimo y obligándonos a
ahorrarlo, la propia psicología nos haría el no tener a lo largo del mes
algunos gastos innecesarios. ¿Qué hacer cuando algún mes multiplicamos
nuestros ingresos?. La respuesta es sencilla, y es que no debemos aumentar
el gasto al podernos permitir gastar mas ese mes. Todo lo contrario, y es que
debemos aumentar el porcentaje de ahorro o destinar íntegramente el dinero
extra a nuestra cuenta de ahorro. ¿Por qué hacer esto?
La palabra austeridad está muy de moda. Es lo que se le
pide a los Gobiernos en época de crisis, cuando lo cierto es que se debería
haber sido austeros mucho antes. Como se suele decir, el ser austero cuando nos
podemos permitir gastar (Austeridad voluntaria), nos libra de ser austeros por
necesidad más adelante (Austeridad obligatoria).
Partimos de la base de que para muchos es una utopía el
poder ahorrar hoy día, ya que a duras penas consiguen poder hacer frente a las
deudas que ya se tienen.
Del mismo modo, entendemos que hablamos de porcentaje
para rentas bajas, ya que se suele pensar que las rentas medias y altas pueden
gastar más al ganar más. Ese pensamiento es el que provoca que antiguas rentas
medias y altas, hoy día estén dentro de las "rentas endeudadas".
En primer lugar necesitamos lo que denominamos un fondo
de emergencia. Este fondo debe estar en una cuenta líquida y únicamente
debería ser usado para situaciones extremas, como pérdida de trabajo o
emergencias de cualquier índole. Debe ser una cantidad de dinero, la cual nos
pueda permitir subsistir durante 3-6 meses en caso de no percibir ningún
ingreso durante ese tiempo. Puesto que en ocasiones algunas personas que tienen
dinero invertido, deben sacarlo para hacer frente a imprevistos, este fondo
ayudaría a no tener que tomar una decisión de este tipo, ya que el quitar una
inversión puede provocarnos una penalización (en caso de renta fija) o sacar un
dinero con minusvalía (en caso de renta variable).
Para acelerar la creación del fondo de emergencia podemos
recurrir a los viejos trucos de ahorro que, de paso los podemos aplicar para
conseguir aumentar nuestra cifra de ahorro:
•
Abrirnos una cuenta de ahorro
remunerada.
•
Vaciar el cambio, las vueltas, las
monedas pequeñas cada noche en un frasco.
•
Echarle un ojo a los cupones de
descuento en productos de primera necesidad.
•
Disminuir o deshacernos de hábitos como
alcohol y tabaco.
•
Buscar alguna de las formas de ganar un dinero
extra. (En post anteriores del blog)
•
Retraso de vacaciones, cambiar el lugar
de vacaciones a un sitio más cercano y económico o, anular las vacaciones.
•
Vigilar esos pequeños gastos diarios a
los que no damos importancia.
•
Si te gusta estar a la última en
tecnología, de acuerdo, pero no seas de los primeros en probar el último
modelo, ya que en poco tiempo podrás adquirirlo con un cuantioso descuento.
•
Si tenías pensado comprar otro
vehículo, hazte algunas preguntas: ¿Es totalmente necesario?, ¿mi actual
vehículo funciona correctamente y no tengo gastos de taller?
•
etc....
En definitiva, se trata de hacer un esfuerzo
considerable, pero este esfuerzo debe realizarse trazando un plan lo más
definido posible, con números claros y concretos. Debemos aplicar la economía
empresarial a la economía doméstica, ya que a fin de cuentas, ambas economías
se basan en ingresos, gastos y beneficio.
Después los siguientes pasos consistirían en sacarle el
máximo rendimiento a nuestros ahorros, bien sea en inversión en renta fija o
renta variable, según nuestro perfil de riesgo o conocimientos acerca de las
inversiones, aunque lo primordial para comenzar es la "materia prima"
(los primeros ahorros).
Banqueros y el mundo...
"Dale a un hombre una pistola y podra robar un banco
...dale a un hombre un banco y podra robar al mundo entero"
...dale a un hombre un banco y podra robar al mundo entero"
¿Quién debe a quién?
Cansados ya de
hablar de la deuda de Grecia, hablemos, por ejemplo, de la de Alemania,
su “gran rescatadora” para beneficio de la ingeniería financiera y para
tranquilidad de los mercados.
Para hablar de esta deuda, no hace falta recurrir
a argumentos de carácter moral o cultural, que, pese a su solidez y su certeza,
podrían ser tildados de retóricos por algunos cretinos; bastará con hablar de
dinero; nada de sentimentalismos: real money.
¿Saben ustedes cuál es el
país europeo que más rotundamente y con más éxito se ha negado de forma
reiterada al pago de sus deudas? No es otro que Alemania. Y no se trata de
deudas derivadas de la mera especulación financiera, sino de deudas derivadas
de indemnizaciones de guerra: es decir, de deudas contraídas por haber
invadido, destruido, saqueado y matado.
Tras el Tratado de Versalles (1919), la
Alemania perdedora de la I Guerra Mundial fue condenada a pagar reparaciones de
guerra a los aliados por valor de 226.000 millones de marcos de oro, una cifra
imposible, fijada con el fin de castigar a la belicosa nación y de poner freno
a una rápida recuperación que pudiera verse seguida de nuevas hostilidades.
Entre 1924 y 1929, la república de Weimar se mantuvo casi exclusivamente de los
préstamos recibidos de Estados Unidos (más de un billón de dólares), destinados
en parte a sufragar las indemnizaciones señaladas. Pero la situación para
Alemania se hacía insostenible, y el crack del 29, además de enormes pérdidas
para los prestamistas, abrió la posibilidad a la renegociación de la deuda: así
pues, en 1930 (Plan Young), esa ingente obligación de pago quedó formalmente
reducida… a la mitad (112.000 millones). Entre 1931 y 1932, y dada la situación
de la economía mundial, EE.UU. decide condonar las deudas de guerra a Francia y
Reino Unido, quienes, a su vez, renuncian como acreedores a buena parte de la
deuda alemana (Moratoria Hoover y Negociaciones de Lausanne). Resumiendo, en
1932, Alemania consiguió una reducción neta de más del 98% de las deudas a las
que le obligaba haber puesto en marcha la I Guerra Mundial, y en 1939, cuando
pone en marcha la segunda, la Alemania de Hitler suspende unilateralmente todos
los pagos, incluido el de este 2%.
Acabada la II Guerra Mundial, la historia se
repite: Alemania es condenada a pagar cuantiosísimas indemnizaciones de guerra,
pero, en el célebre Tratado de Londres (1953), los EE.UU., deseosos de
convertir a la nueva Alemania federal en un pilar de la OTAN frente al bloque
soviético, consiguen “convencer” a 20 países –entre ellos Grecia– para que
accedan a una condonación “de facto” de todas las deudas alemanas derivadas de la
Gran Guerra. Sin embargo, este extraordinario tratamiento de favor –y las
favorables políticas extranjeras para que el país “perdedor” recuperase pronto
el superávit comercial– no fueron obstáculo para que Alemania siguiera
reclamándole a una Grecia invadida, expoliada por sus tropas y con un millón de
muertos… todas las deudas anteriores a la guerra desde 1881. No fue obstáculo
para que, en 1964 -y con la ayuda de Georgios Papandreou (abuelo) y Kostas
Mitsotakis–, Alemania consiguiera el reconocimiento de esas deudas por parte
del gobierno griego, engrosadas además con una altísima prima de riesgo que
hace que aún las estemos pagando. Y tampoco fue obstáculo para que, en 1990
–cuando la unificación de Alemania obligaba a revisar los términos del Tratado de
Londres y a retomar el pago de las indemnizaciones congeladas en virtud del
mismo–, la Alemania de Kohl se negase nuevamente a pagar la mayor parte de esa
“vieja deuda” y países como Grecia siguieran sin encontrar justicia.
No nos
engañemos con falsas lecciones de moral: el llamado “milagro” de la economía
alemana se basa primordialmente en el impago reiterado de sus deudas por
indemnizaciones de guerra. Y digo, primordialmente, porque deberíamos referir
también, como cimientos del “milagro”, la prosperidad adquirida por la
explotación del trabajo forzado en 78 campos de concentración por colosos
económicos como Krupp, Thyssen, Volkswagen o I.G. Farben. Padre este último de
gigantescas multinacionales como Bayer, Agfa o Aventis, que siguen dando
muestras de buenas prácticas en el mundo globalizado de hoy (como también
Neuman, Siemens, SLC Germany GmbH, etc., por no hablar de la industria
armamentística alemana, tan boyante entonces como ahora).
Más allá de las
hipocresías, la pregunta es la misma de siempre: ¿quién debe a quién?
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